El autorretrato es uno de los ejercicios de análisis más profundos que puede hacer un artista. Implica escrutarse el rostro y conocerse hasta tal punto que la expresión que tenga en ese momento se traduzca en el dibujo, la pintura o fotografía que aborda. En épocas pictóricas como el barroco o el renacimiento, una de las costumbres era que el artista se autorretratara dentro de un gran cuadro, para reafirmar su autoría o para dar a entender sus intenciones.
El autorretrato ha llamado la atención a los artistas de todos los tiempos. En el Renacimiento el retrato en general fue muy importante, ya que el individuo era el objeto de atención central. El autorretrato renacentista se explica, principalmente, por dos razones: en esa época los artistas no firmaban sus cuadros, por lo que aparecer en ellos era una forma de registrar autoría que reemplazaba la firma. Otra razón es que sus cuerpos estaban disponibles como modelos.
http://www.zancada.com/el-autorretrato-en-fotografia/
El autorretrato fotográfico es fascinante, ya que entraña un narcisismo mediatizado y también una mezcla de egolatría y voyeurismo. Es narcisista por la autocontemplación, pero tiene un sentido de permanencia mayor que el de la simple observación ante el espejo: es imprimir el reflejo para contemplarse a placer.
Pero es también algo más. Si alguien te retrata sabes como te ven, puedes descubrir tu lado ciego, ese que los demás perciben de ti mismo pero tú no. Pero si te autorretratas no solo te contemplas a ti mismo, sino que les dices a los demás cómo deben verse. El autorretrato fotográfico no es un ejercicio onanista, implica también a otras personas. Es decir: Mira como me veo, mira como debes verme. Yo, que me conozco tanto, te muestro lo que estaba escondido.
http://www.analitica.com/archivo/art1998.07/contenido/visiones/visiones.htm
jueves, 5 de mayo de 2011
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